viernes, 25 de octubre de 2013

Amor Pasajero

Estaba en la estación, me dirigía hacia la cuna del capitalismo en Argentina. El tren llegó a las diez menos veinte, yo como de costumbre, al igual que la mayoría busqué de preferencia el lugar de la ventana. No había mucha gente, hacia un poco de calor, aquel calor habitual en días de diciembre. Era miércoles.

Tenía que ir a buscar unos papeles para el divorcio, lo tramité allá porque vivía ahí cuando me casé. Lo hice muy joven, no es algo de que me arrepienta pero me acelere en la decisión. Tengo 27 años, me case a los 20 y dure solo 4 años. Aún la extraño, aunque la veo y siento aquel recuerdo volver a mi cabeza. No fue lindo como me enteré, pero ya es un tema del pasado.
Estaba sentado, esperando que el tren arrancase cuando siento que alguien se sienta al lado. Quedé mirando por la ventana, con la música en mis oídos, hasta que me decidí a mirar solo por curiosidad, quien se había sentado al lado mío.
Era una mujer común y corriente, pero con un cabello rojo, piel blanca y un aro en su nariz. Sus ojos eran encantadores. Me quede mirándola hasta que me di cuenta que le parecería incómodo y quedaría desubicado de mi parte. Me cambié de lugar, me acomodé en un lugar en diagonal a ella. No podía dejar de mirarla, tenía la piel blanca, un rostro celestial. Su piel parecía suave y aunque su vestimenta no era formal, lo que llevaba puesto le quedaba perfecto.
Sentía algo raro dentro mío, por completo me olvidé de mi ex esposa, llegue hasta olvidar porque iba en ese tren. La muchacha me había cegado, era muy bella. Solo con mirarla se me iba todo lo malo de mi vida, era mirarla y llegar al sol de un salto. Me hacía sentir maravilloso, y aun no sé por qué. Sentía miedo en cada estación, porque sabía que se tenía que bajar alguna vez.
La mire todo el viaje, tenia auriculares puestos y mascaba chicle. El tren se acercaba a retiro, y yo tenía la tristeza en el alma porque no la volvería a ver. No era amor, pero me hacía sentir muy bien el hecho de que solo este allí. El tren llego a destino y la gente se empezó a bajar, tristemente me levante y camine a la puerta que estaba de espaldas a ella. Pase solo para verla una última vez, igual sabía que la iba a mirar cuando camine por el andén. Ella no se movió y me pareció raro. Entonces decidí hablarle
- Disculpe, ¿no piensa bajar? – dije un poco nervioso.
- Aquí no bajo – contestó sin mirarme.
- Pero es final del camino – exclamé.
- Para mí no – dijo extrañamente, y me miró.
- ¿y donde baja?
- No bajo, desde que este mismo tren me atropelló, vago por acá sin más que hacer – dijo mirándome con sus ojos intensos.
Mi cara cambio totalmente, era un espíritu, pero me había hecho sentir muy bien, era todo muy raro. Cuando me estaba por bajar me dijo...
- No tengas miedo, ni te preocupes por mí, cuando el tren regrese de donde vino, ya me no estaré aquí.
- ¿Entonces no te volveré a ver? – dije asustado.
- Siempre que vengas a la misma hora, mismo tren... Me verás – contestó.

Desde aquel día, siempre hablo con ella. Y aunque parezca raro, viajo todos los días a la misma hora, en el mismo tren.... Solo para verla.

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